viernes, 7 de enero de 2011

Crisis política en nuestro país situación crónica que debilita la participación efectiva de la ciudadanía

Los últimos acontecimientos no resultan atípicos para nuestra realidad política, negociación de cupos dentro de los movimientos políticos, luchas internas por el control de las planchas en el legislativo, demuestra la crisis política crónica heredada desde los inicios de la Republica y del devenir de los años.
Para las elecciones presidenciales del 2006 escribí sobre algunas particularidades del aparato político de nuestro país y el fenómeno del caudillismo, entre varias explicaciones versadas en aquel post, una dimensión que considero importante de analizar ahora, son los efectos directos en la participación efectiva de la ciudadanía, aquí planteo algunas reflexiones que buscan explicar esta relación Caudillismo y poca participación efectiva de la ciudadanía.
En principio dicha participación efectiva va más allá del acto sintomático de las democracias “el voto”, implica que la ciudadanía ejerza control sobre las acciones de los dirigentes políticos y como dice el maestro Geovanni Sartorí , “posibilitando que los ciudadanos tengan mayor capacidad para hacer propuestas, empezando por el ámbito local.
El caudillismo destruye la composición institucional del partido político, reduce la corresponsabilidad de la gestión a su mínima expresión y por tanto elimina la participación efectiva de la ciudadanía corrompiendo el sistema político por la falta de control.
Robert A Dahl, politólogo Americano, describe las relaciones utópicas de la democracia con 05 criterios para dicho logro, entre estas la participación efectiva descrita de la siguiente manera: “Los ciudadanos deben tener oportunidades iguales y efectivas de formar su preferencia y lanzar cuestiones a la agenda pública y expresar razones a favor de un resultado u otro..”
El acercamiento con los poderes del estado (ejecutivo, legislativo, judicial), requiere consensos, debates, acuerdos, dentro de los espacios políticos institucionalizados, como deberían ser los partidos políticos, estos deben ir más allá de las iconoclastas doctrinas, criogenizadas, e inmutables frente al presente, y más bien ser la expresión de la participación efectiva de la ciudadanía, a través de ese cuerpo representativo llamado partido político y de sus representantes, esto no es producto de movimientos caudillistas, estas eliminan toda práctica democrática.

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